Sociedad

El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás sola, y a veces asustada. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser una misma.

13 de mayo de 2010

Jugando con la arena




Porque muchas veces uno no sabe que escribir, ni que decir y no quiero llenar de palabras vacías las pequeñas hojas del cuaderno. Porque muchas veces no tenemos nada de que pensar, pues es un error claro el pensar que sabemos demasiado. La experiencia, como muchas otras cosas, nos da aquel sentido de poder predecir o hacernos pequeñas ideas sobre lo que va a ocurrir sumiéndonos, haciéndonos creer un futuro, que por definición es incierto, demasiado certero.

Por eso muchas veces me gusta volver al pasado. donde todo era nuevo... salir de la mano del portal camino al arenero, donde todos jugaban y tu sin saber muy bien que hacer. Primero, te acercabas a un columpio cual balanceo te hipnotizaba gracias a esa frescura del aire que ondulaba por tu cara. el pelo, con aquel lazo rosa que te había puesto tu madre antes de salir, aquel que te daba igual a ti como se viese, agarraba el pelo para que no se cayese. Al bajarte ibas corriendo al tobogán como si fuese una caída libre tu gritabas y saltabas en la bajada. despacito, ya cansada, ibas a jugar un poco con la arena.

Cogías aquella pala y el cubo disponiéndote a rellenarlo de arena, darle la vuelta y acto seguido unos pequeños golpecitos para que el molde tomase forma. Saliese o no el molde... Hay personas que hacen grandes castillos. Otros animales de los mas variado. pero nadie... nadie es capaz de hacer, a alturas donde la experiencia nos sucumbe, de hacer ese molde como si fuese único, como si fueses un niño.

Por eso, yo, quiero mirar al pasado. Donde todo era como antes, y no quiero tener más ni tener menos. Si todo se volviese como antes. por eso aprendí, ya se cierto o no, que la felicidad no esta en la meta, si no en el trascurso de ella. Volver aquellos días donde te preocupaban los determinantes, o las pequeñas metamorfosis de ovidio que te dejaban algo perpleja. o las pequeñas ecuaciones de matemáticas que te hacían quebrar la cabeza. y luego desear, desear llegar a casa y comer esos bocadillos que te preparaban, ver como todo se oscurecía mientras el sol se despedía y esperar a ser arropada en la cama, cerrar los ojos con esa inmensa sonrisa con preocupación por los verbos irregulares del día siguiente.

Como desaproveche yo aquella felicidad sentida y como estoy desaprovechando la felicidad que estoy sintiendo ahora. Seguramente sea culpa de un poeta "estos días azules y este sol de la infancia" pero los poetas... saben como consolarse siempre.

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