La hora de la verdad

 

Ya era de hora de enseñar esta parte de mi. Al principio me costó dar el paso e ir a vivir contigo. Estudiar allí lejos de  donde he crecido y donde me han mimado. Aún recuerdo el miedo que tenía cuando salí en el aeropuerto. Pero fue mucho peor la despedida, el viaje ameno, entre sueños y sueños y un poco nerviosa abrazando la mochila como si realmente quería volver.

Pero lo peor fue... Cuando llegué todo era nuevo, al menos, no tenía el problema del idioma. Cuando salí me abrazaste, las lágrimas se derramaban por mis mejillas, la mochila había caído al suelo y tu te convertiste en lo que me protegía, volver a empezar desde las afueras. Al salir, olía  a mar, me hizo olvidarme del olor de Madrid, aquel áspero ambiente cargado de recuerdo.

El olor a mar fue solo el comienzo, el respirado aire te limpiaba los pulmones y purificaba tu voz interior que una y otra vez decía. Has decidido bien, esto lo tenías que haber hecho hace mucho. Me puse contenta de haber conseguido la beca de estudios y realmente me parecía imposible que tu estuvieses aquí conmigo, de la mano. llevando mi mochila y mi ligera maleta. Salimos y fuimos al taxi rojo y me reí, porque supe que a ti te daba vergüenza no poder conducir por mi. Todo era tan nuevo, para ti tan común y estúpido, para mi tan especial.

Llegamos a tú casa y empezó las presentaciones. Todo el mundo de buenas maneras y me parecía que ya pertenecía a la familia, dejamos el equipaje en el pequeño cuarto y nos miramos porque ninguno de los dos se lo creía.

Y ahora que ya han pasado dos meses. A veces hecho de menos mi casa, porque cuando como Vigorón pienso en cocido, en alitas de pollo, y esas cosas que solia hacer mi madre. Y ahora bebo chicha y chinchivi en vez de "don periñón". Pero cuando miro a la ventana y veo todo esto. Lo que hicimos y no hemos dejado hacer. Todo lo que estos dos meses ha dado tiempo a hacer.

Parece que aún vivo en una nube. Que cada mañana amanezco y veo tu cara, lo demás me da igual. entocnes bajo los ojos, los cierro y los vuelvo a ver para saber que es verdad. Y entonces llega una seguridad en mi. Que por muchas veces que haya dudado, elegí la decisión correcta.

Ahora solo quiero que dure para siempre, por eso siempre me apoyo en tu pecho y se me escapan unas lágrimas, lágrimas de felicidad porque no sé expresarlo de otra manera, y tu me dices que por qué lloro mientras besas mi cabello. Nada ha sido una pelusa mientras río

Y tu me tapas la risa con un inmenso beso.