La melodía de los lobos

Esto va por aquellos momentos que nos hace mirar atrás y por consecuencia analizar cada circunstancia, cada momento que paso por nosotros. Pasamos por grandes momentos, algunos más alegres otros menos apreciables. Quizás en lo que realmente me centre es en esas cosas que nos marcan para toda la vida. Seguramente sea lo más importante para bien o para mal pues yo soy el conjunto de todo los vivido. Conseguir cosas, o en su defecto, aprender algo, porque todo sirve, ya sea doloroso o humeante. Hoy quiero remarcar todo lo que me hiciste ver. Porque soy persona gracias a ti. Me enseñaste a ver lejos, donde no alcanzaba mi vista. Me enseñaste a luchar a conseguir aquello lo que más quiere, a nunca rendirse.

Pequeñas cosas pasaban por mi cabeza, no me ponía las flores que debía ponerme. Estábamos tu y yo, o mas bien tu y mi futuro yo. Me enseñaste a creer, a soñar, a conseguir… porque nunca hay un final. Hay cosas que se van, cosas que se quedan y silencios recónditos y repeticiones de pensamientos que muchas me atormentan y me hacen bajar la cabeza acurrucarme e intentar desaparecer. Pero es el sol, tu mi sol, el que ilumina mi cara y me llena de calor las ganas. Hora de sentirse único, saber que no estas sola y aun estándolo, nunca es el final. La vida es un juego de equipo, no tienes todo a tu favor pero tampoco estas solo y aun estándolo no es el final. Porque que yo sepa… aun veo cada día el sol salir e iluminarme, como si saliese solo para mi, para verme para decirme… Es tiempo de salir.

Y a medida que paseo hacia tu casa el viento me empuja y me anima con pequeños susurros en la oreja. Cuando sales de tu casa por la mañana, todo nevado frio y congelado. Yo con aquel abrigo negro me cogiste la mano, la mano que no era palpada por el guante, fuimos caminando como siempre. Y ya en breves momentos el sol apartaba las nubes dejando el espacio para que el sol reflejara su belleza por la nieve iluminándonos a los dos, paseando por aquel sendero blanco como estar por el cielo.

Quiero remarcar, por aquellos momentos, donde los dos pasamos juntos y hoy podemos decir, que tenemos algo que compartir, algo por el que compartir, recuerdos para creer, y un gran futuro, no muy lejano. Donde la blanca nieve dejara el paso a las grandes amapolas, donde crecerá un campo verde para tumbarnos los dos y mirar al cielo. Recordar lo que hemos vivido, cada gota de esfuerzo, ver como hemos terminado y soñar, soñar lejos muy lejos. Pues todo aquello. La nieve, el sol, el viento, es nuestro camino que recorrimos y aun queda por recorrer.
En busca de aquellos días que se repiten cada día cuando nos cruzamos sin decir adiós, sin saludarnos creyendo en todo aquello que vivimos y que jamás cesará, pase lo que pase.

Miraremos al cielo, aquella inmensa luna adornada de sus pequeñas hermanas las estrellas pequeños restos que nos dejan un haz luz. Y diremos una vez más aquel aullido que nos impregno convirtiéndonos en una manada. Sin parar de besarnos